Autoametralladora Bilbao, el primer blindado policial español
El camión blindado Bilbao, o autoametralladora Bilbao, se
construyó a partir del chásis del camión Ford V-8 4x2 de 1930, entre los años
1932 y 1936, por la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN). La SECN, empresa hispano-británica creada
para la construcción de buques para la Armada Española, a partir de los años
veinte fabricó material ferroviario y otras construcciones alternativas, como
camiones y volquetes. Si bien el vehículo se denominó oficialmente “MG
automotor”, fue conocido como “Bilbao” por haberse fabricado en la fábrica de
Sestao de la SECN.
La autoametralladora Bilbao se diseñó para dotar al recién
creado cuerpo policial de asalto, la conocida como Guardia de Asalto. Entre
1932 y 1936 se construyeron unas cincuenta unidades, que se integraron en las
distintas unidades de la Guardia de Asalto, aunque un par de ellas se
devolvieron a fábrica. Al comenzar la guerra, en julio de 1936, la Guardia de
Asalto permaneció fiel a la República de manera mayoritaria, por lo que la
mayor parte de estos vehículos (40) pasaron a formar parte automáticamente del
bando republicano. Los alzados contaron desde el principio de la guerra con
siete unidades. Con posterioridad, algunas unidades capturadas formarían parte
de unidades mecanizadas del bando nacional.
La autoametralladora contaba con una torre cilíndrica giratoria armada con una ametralladora Hotchkiss de 7 mm modelo 1924 y un blindaje de 3 a 10 mm de espesor. Capaz de alcanzar 50 km/h, no tenía carácter de vehículo todo terreno, por lo que su acción estaba limitada a la circulación por caminos y carreteras.
La que forma parte de este pequeño diorama ha sido realizada a partir del recortable elaborado por la Asociación Cultural Mesaches, de Zaragoza, que entre sus múltiples actividades de recreación histórica propone el uso de maquetas recortables de edificios, vehículos e incluso láminas de soldados. A ellos, muchas gracias por ofrecer en Internet la descarga de sus diseños.
Los milicianos que acompañan a la autoametralladora fueron
rescatados por el coleccionista S. García Merino, de Valladolid, y provienen
del libro Soldados de papel. Recortables de la Guerra Civil (1936-1939),
de Ricard Martí y Manuel Ortega, Ed. Salvatella, de Barcelona.
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