Una Semana Santa de papel

Ayer fue Domingo de Ramos, un día grande en muchos lugares, sobre todo para los que nos hemos criado viendo en los bares aquel calendario de “faltan nosecuantos días para el Domingo de Ramos”.

Para los que no sepan mucho lo que es la Semana Santa, en España y, en general, en los países de tradición católica, el domingo de Ramos es el día “en el que empieza todo”. A pesar de que desde el Viernes de Dolores (hace tres días) desde hace ya varios (bastantes) años hay procesiones (algunas de ellas, a lo largo de las autopistas buscando destinos vacacionales de nieve o de mar…), todas estas están en cierto modo “aguardando turno” para entrar en el reducido club de las que procesionan en la Semana Santa “oficial”, aquella que comprende los días entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección y tiene sitio en la carrera oficial, que ordena las procesiones que hacen estación de penitencia en la Catedral.

La Semana Santa, como en muchos otros ámbitos, ha dejado huella en la cultura popular en papel, y en particular, en los recortables. Entre los recortables más antiguos localizados están los de procesiones, de Semana Santa, pero también de Corpus Christi, o de la Virgen de Mayo y, como ocurre con otras temáticas como las hojas de soldados, de procedencia barcelonesa. Relacionadas con las auques (en castellano, aleluyas), en las que probablemente está su origen, estas fulls de rengles representando procesiones aparecen en el siglo XVIII y son especialmente importantes en el siglo XIX. 

A lo largo de estos siglos XVIII y XIX, las procesiones de Semana Santa tienen gran importancia en Barcelona, alcanzando todavía el siglo XX con un importante nivel de popularidad. Casi desaparecidas a principios de los años sesenta del siglo XX, a finales de esa década aparecen nuevas procesiones relacionadas con el aporte poblacional de la inmigración de origen andaluz, que traen nuevos aspectos de la religiosidad popular. En los últimos años parece haber además un cierto interés en recuperar algunas cofradías más entroncadas en la tradición histórica barcelonesa menos reciente, procesionando de nuevo desde principios del siglo XXI algunas de estas hermandades perdidas.

Hoy traemos una procesión, en este caso creemos que se trata de la Cofradía de la Soledad, que tradicionalmente procesionaba por las calles del Barrio Gótico de Barcelona saliendo desde la Basílica de la Merced, la noche del Viernes Santo. La hoja original parece haberse publicado por la casa Paluzie de Barcelona en torno a 1870 (rotulada como “Litografía de Paluzie”, los trajes de los militares participantes en la procesión son además coherentes con esta fecha). La lámina tuvo sucesivas reimpresiones, al menos en 1901-1912 (rotulada esta vez como “Litografía de Hijos de Paluzie”) y la que hemos elaborado aquí, fechada en torno a 1926, rotulada ésta ya como “Estampería Económica Paluzie”. En ella aparecen una serie de personajes característicos como los jinetes de la Guardia Urbana que abren la procesión; la escuadra romana (armats) con su jefe, el centurión o Capitán Manaya; o los sayones. Procesionan en la cofradía que presenta este recortable dos pasos: uno mostrando a Jesucristo con la cruz a cuestas y otro a la Virgen de la Soledad, bajo palio, además de un crucificado que es llevado a pulso por los fieles. Cierra la procesión una escuadra de militares llevando las armas a la funerala en señal de duelo. Los cofrades de esta aristocrática cofradía visten ropas de seda negra con un cinturón de pedrería del que colgaba una daga. En la lámina faltan los músicos, tres, que seguían al crucificado y que eran conocidos como los puputs (abubillas) por la capucha que les cubría la cabeza. Os dejo la lámina en su versión más moderna, que es la que se ve mejor, y unas fotos de la procesión.


 











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